Ellas fueron las culpables, me provocaban, me retaban, verlas allí todos los días me motivaban, daba igual que hiciera frio o calor, que fuera primavera, verano, otoño o invierno, ellas siempre estaban allí, centradas en su rutina, día a día. Ellas me empujaron a ponerme las mías, en cuanto llegaba las buscaba, las veía, las miraba y me animaba, me decía; si ellas pueden yo también y así día a día con esa excusa comenzaron a formar parte de mi vida. Cuando llegaba allí estaban y cuando me iba ellas allí seguían, me tenían impresionada, nunca se cansaban.
Y ahora, las echo de menos, desde el mes de marzo que no las veo, seguro que ellas siguen fiel a su entrenamiento, seguro que siguen con su rutina y sus horarios, pero dónde, como lo hacen, quiero volver a la rutina, quiero volver a entrenar, quiero verlas de nuevo, quiero seguir disfrutando de esas ZAPATILLAS AMARILLAS que tanto me inspiraban y motivaban.